Efectivamente, ya nos falta poco para cumplir una cuarentena de estar encerrados en casa.
Aunque parezca mentira, estamos librando una batalla.¿Porqué estamos en guerra?, aunque suene a extraño.
Pero existe una diferencia, en un batalla, vemos a nuestro enemigo, sabemos como es, que táctica planifica, e incluso adivinamos la iniciativa que va a plicar.
Hoy en día, todo es igual, pero con la particularidad, de que todavía no lo hemos visto; no sabemos el camino que ha tomado; no vislumbramos su estrategia; en una palabra, no sabemos nada sobre él. Unicamente, como se llama «Yersinia Pestis.», no sabemos donde está, o se esconde.
¡Qué dificil resulta luchar contra un enemigo, que ni lo ves, que sabes donde está!, como lo vas a atacar. Bastante haces, con confiscarte dentro de casa y no ponerte a su alcance, para que no se te apodere. Que no tenga ocasión de aprovechar un descuido y meterse a vivir contigo. Que te puede trae graves consecuencias.
Estamos viviendo, unos momentos, jamás vividos en nuestra vida. Nos encontramos, extraños. Estamos inquietos, ya que no podemos circular por la calle. En realidad, no sabemos que hacer. Cómo defenderse y cómo poder combatir esta circunstancia tan extraña que estamos viviendo, y que nunca en la vida, la hemos padecido.
Nos acojemos, porque los que tenemos familia, padecemos por los nuestros, y en último lugar por nosotros. Pero como somos mayores, somos los que más riesgo tenemos, ¡que vamos a hacer…!. Aunque nos acojemos a San Vicente Ferrer, que es al que más cerca tenemos y con el que confiamos.
He pensado, ¿cómo será todo esto cuando pase o acabe el peligro?. Pues, no encuentro la respuesta. Nada más tengo una cosa clara. Me iré andando hasta la Plaza de la Virgen, a rezarle a la «Mare de Deu del Desampararst», con alegría y deboción, y para darle las gracias, de que todo ya ha pasado y no tenemos, o así lo espero, ningún disgusto, por algún ser querido desaparecido o algún conocido que ya no está con nosotros.
Dentro de nuestra Asociación del Altar del Tossal, me imagino que estará previsto, acogernos a San Vicente Ferrer, y reafirmarnos en su amparo por todos los hechos que se han producido, celebrando una misa por todos nuestros asociados vivos, o que nos han dejado.