Hoy, me ha despertado la sirena de una ambulancia. Me afecta cuando oigo un sonido sinigual, ya se lo que significa y me pone en alerta por lo que continua sucediendo.
En estos momentos, en el que tenemos todos nuestros sentidos en estado «crítico», estamos oyendo unas palabras, que no los habíamos oido aplicadas a las circunstancias actuales. Siempre las conocíamos para relatar estados agradables y sugerentes, cuando conocíamos la palabra «ola». Pero actualmente, se está aplicando para declarar un nuevo significado distinto del anterior. Encierra unas connotaciones que nos indican, pavor, precaución, temor, etc. ¿Por qué está pasando, que cambiamos el significado que siempre hemos conocido?.
Pero, me da pavor, por lo que encierra en ese contexto que se le da a dicha palabra.
Ello, es fruto de la situación actual que estamos viviendo. Con mis muchos años, en que mis pelos han cambiado de color, nunca había oido la aplicación de dicha palabra, y menos a esta situación nueva y tan extraña que nunca habíamos conocido.
De todas formas, esto que nos está sucediendo, no lo habíamos conocido. Nos hace pensar, ¿qué va a pasar después del momento actual?. Los científicos, nos vaticinan, que vamos a tener para más de dos años de continuar llevando mascarillas; guardar la distancia de seguridad; evitar las aglomeraciones de grupos; tener una ventilación grande en las estancias que nos encontremos, utilizar en todos los momentos el gel desinfectante, o la vacuna ideal, que tanto estamos esperando, etc, etc.
Todo esto, lo hacemos con resignación, porque pensamos en nuestro bien y los próximos a nosotros. Esperemos que todo ello, sea efectivo, nos sirva para erradicar el virus que nos está atormentando, y volvamos a recuperar, el buen humor y la alegría por las cosas y sus relaciones.
Sobre todo, en estas épocas que se nos acercan las fiestas tan queridas y familiares de la Navidad. Lo pensamos, y no lo vemos muy claro que se desarrollen nuestras relaciones familiares, que tanto estamos deseando, para que nos sirvan de válvula de escape a nuestra situación actual.
Todos los días, pensamos cuando nos despertamos, ¿ya habrá pasado?. No. Habrá que continuar luchando y rezando a san Vicente Ferrer, para que sea un nuevo día, distinto que el anterior.
¿Cómo será?, ¿Qué podremos hacer?, son tantas las preguntas que nos hacemos, que en realidad, no somos ni sabemos como contestarlas. Nada más, nos acogemos a nuestros sentimientos religiosos para encontrar ayuda y esplicación, para poderlo afrontar como podamos.
Como muestra, de lo que impera en mi mente, vuelvo a recordar lo de la «ola». Tanto ya en la que estamos, que es la segunda ola, como en la que ya se vislumbra que se acerca, que será de momento «la tercera ola», y a cual de todas, la peor. Ya nos advierten los científicos, «que la yustaposición, de ambas será peor todavía que lo que actualmente tenemos».
Siempre nos surge la misma pregunta, ¿qué podemos hacer?.
En uno de mis comentarios, ya manifesté la preocupación por qué era más maléfico, si en el mismo virus, o la falta de responsabilidad o de ética de los humanos. He llegado a la conclusión, que es más peligrosa la segunda posición que el mismo virus en sí. Lo que resulta más dificil de erradicar o de corregir actuaciones de los humanos.
Cuantas cosas se derivan de estas situaciones. Tenemos además, del problema añadido de la situación económica, pero además, no puedes perder de vista el perjuicio que nos está produción la falta de alegria y satisfacción, lo vemos todo negro y sobreacogedor.
Pero si piensas un poco, te darás cuenta, que no es sólo la falta de alegría o satisfacción que te produce en tu vida ciertas cosas. Pero llegas a la conclusión, cuando empiezas a analizarlo, que notas la carencia de muchas otras cosas que estan relacionadas con la pandemia.
Nos preguntamos, ¿podrémos juntarnos toda la familia, ya que somos dieciocho miembros?, para la comida de Navidad y Año Nuevo. Pues no lo sabemos. Si podemos, será maravilloso y seremos felices, pero si no podemos, que tristes vamos a estar. De todas maneras, esta situación, nos va a marcar para toda nuestra vida.
Qué experiencia más tremenda para nuestros nietos, esta vivencia actual, la recordarán toda la vida, la comenten o no. Tenemos la obligación, hacérserlo pasar como una cosa accidental y sin importancia para que les marque lo menos posible sus vidas. Tenemos la obligación de hacerlos felices, como otros años, con las estrenas, con las tertulias después de las comidas, haciendo un poco de «payasos»; con los regalos que les podamos obsequiar, guardándonos los sentimientos, para que no aflore, para cumplir nuestro fin y velar por ellos.
Hagámoslo, que seremos más felices, por hacer felices a los demás.
Hemos de estar muy atentos y hacer caso a las advertencia que se están dando con respecto no sólo a la segunda ola que nos está afectando. En Europa, tienen la mirada puesta en un futuro muy cercano, pues se está observando el gran auge que está tomando la tercera ola, que la denominan «sindemia: la tormenta perfecta».
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, comenta: Estamos observando una cierta estabilización previa a un posible descenso, aunque esto también depende a cómo evolucionará la pandemis en los paises de alrededor de España. La población tiene la necesidad de ventilar los espacios cerrados y de mantener la distancias de seguridad para reducir el riesgo de contagio. Unas medidas, tanto a nivel de administración como de la ciudadanía que, si se hacen bien, pueden evitar que España llegue a una tercera ola de contagios o, por lo menos, que sea «más suave».
Todos juntos, ¡a por ello!, con la ayuda de San Vicente Ferrer.
¡FELIZ NAVIDAD!